De la boca a las articulaciones: así afecta el exceso de azúcar al organismo
- Nicholle Grullon

- 21 jul
- 3 Min. de lectura

El consumo descontrolado de azúcares añadidos—especialmente fructosa y jarabe de maíz de alta fructosa—no sólo acelera el deterioro de tu sonrisa, también sabotea tu salud interna. El problema comienza en la boca: las bacterias descomponen el azúcar y liberan ácidos que desmineralizan el esmalte, causando caries y favoreciendo enfermedades periodontales (WHO, BMJ) . Además, el azúcar desplaza nutrientes esenciales, impidiendo una dieta equilibrada.
Dentro del intestino, la fructosa residual fermenta, alterando la flora (disbiosis), debilitando la barrera intestinal y provocando inflamación, gases y sensibilidad digestiva, especialmente en personas con síndrome de intestino irritable. Esta inflamación puede desencadenar condiciones crónicas asociadas con obesidad y enfermedades autoinmunes.
En el páncreas, el consumo regular de azúcares provoca sobreproducción de insulina, lo que lleva a resistencia a la insulina y eventualmente a diabetes tipo 2. Los ensayos clínicos demuestran cómo dietas altas en azúcar reducen la sensibilidad a la insulina aunque no aumenten el peso corporal.
El hígado también paga el precio: gran parte de la fructosa se convierte en grasa hepática, desencadenando MASLD, que afecta hasta al 30–40 % de los adultos; su forma avanzada (MASH) multiplica riesgo cardiovascular, de fibrosis hepática y de insuficiencia renal. El prestigioso BMJ y revisiones de consumo de azúcar relacionan la grasa hepática con diabetes y enfermedades del corazón.
A nivel cardiovascular, el impacto es directo: el azúcar incrementa triglicéridos, presión arterial, resistencia a la insulina, inflamación por AGE y obesidad abdominal, factores críticos para arteriosclerosis y cardiopatía. Incluso cantidades moderadas (15 % del total calórico) aumentan el riesgo cardiovascular en un 20 %.
Finalmente, en las articulaciones, la fructosa se convierte en ácido úrico, aumentando su producción y reduciendo su excreción (competencia por transportadores como SLC2A9), lo que eleva el riesgo de hiperuricemia y gota . Estudios muestran que quienes consumen más de dos refrescos al día aumentan hasta un 62 % el riesgo de desarrollar gota, y ese riesgo sube al 85 % si son consumidores regulares.

📚 Evidencia científica destacada
Un meta‐análisis de más de 125 000 personas halló que el consumo alto de fructosa eleva el riesgo de gota en un 62 % (RR 1.62, IC 95 % 1.28–2.03).
Otro análisis mostró que consumir bebidas azucaradas incrementa en 35 % el riesgo de hiperuricemia.
Ensayos clínicos compararon personas con dietas idénticas pero alta vs baja en fructosa: quienes consumían bebidas con 25 % del total energético como fructosa mostraron aumento de triglicéridos y mayor insulina en sangre.
Un informe de la EFSA y BMJ respalda que el azúcar añadido está vinculado a obesidad, dislipidemia, hígado graso, diabetes y presión alta, recomendando mantenerlo al mínimo.
📌 Datos clave
Hígado graso (MASLD): afecta al 40 % de la población, impulsado por la fructosa.
Riesgo de gota: +85 % con 2 o más bebidas azucaradas al día.
Límites recomendados: ideal <50 g/día (≤25 g mujeres, ≤36 g hombres).
Consumo promedio actual: ~67 g/día en EE. UU🛡️ Recomendaciones y límites.
La OMS y la FDA aconsejan que el azúcar añadido represente menos del 10 % del total calórico (≈50 g en dieta de 2 000 kcal).
La American Heart Association es más estricta: ≤25 g/día para mujeres, ≤36 g para hombres.
En cambio, el consumo promedio en EE.UU. es de 67 g/día, principalmente por bebidas, snacks y productos procesados.
Para proteger la salud se recomienda:
Sustituir bebidas azucaradas por agua o infusiones sin azúcar.
Comer frutas enteras en lugar de jugos.
Incluir cereales integrales, legumbres y vegetales.
Evitar alimentos con azúcar añadida como jarabes, postres y snacks ultraprocesados.
El exceso de azúcar es un enemigo silencioso: daña desde la boca hasta las articulaciones y órganos vitales. Limitar el consumo diario, conocer el origen oculto del azúcar en alimentos ultraprocesados y apostar por una alimentación basada en alimentos reales son pasos esenciales para proteger la salud. Un pequeño cambio hoy puede prevenir grandes enfermedades mañana.






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