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Apóstatas de lo digital: por qué es tan difícil dejar el móvil aunque lo deseemos

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El teléfono móvil ha dejado de ser solo una herramienta útil para convertirse en algo casi inseparable: revisarlo al despertarnos, interrumpir momentos de ocio, dormir con él cerca, usarlo sin pensar. En el artículo “Apóstatas de lo digital: el difícil deseo de dejar un rato el móvil” de El País, se examina cómo muchas personas quisieran desconectarse, pero la desconexión real parece un acto de rebeldía constante.


Automatismo, distracción y dependencia

Se describe cómo acciones que antes estaban cargadas de significado ahora se hacen en piloto automático: desbloquear el móvil, revisar mensajes, mirar notificaciones se ha vuelto un reflejo. Esa automatización contribuye a que el móvil “colonice” espacios de silencio, de descanso, de interacciones personales.


Impactos en salud mental y atención

  • Estudios como el de la Universidad de Texas indican que tan solo dos semanas sin conexión a internet móvil (manteniéndose solo lo esencial) mejoran significativamente la atención, el bienestar subjetivo y la salud mental.

  • Dependencia emocional: muchas personas reportan síntomas parecidos al síndrome de abstinencia, ansiedad cuando el móvil no está, o miedo a perder algo importante.


¿Por qué resulta tan difícil desconectar?

  • Porque el uso del móvil está integrado en casi todos los ámbitos de la vida: trabajo, socialización, ocio.

  • Las notificaciones, la dopamina que generan las redes sociales o apps, los hábitos muy arraigados actúan como refuerzos constantes.

  • Falta de alternativas reales o entornos que permitan desconexión (por ejemplo, personas cuyas actividades laborales requieren estar permanentemente conectadas).

  • Existe desigualdad: quienes tienen menos recursos, menos flexibilidad, menos espacios personales libres, tienen más dificultad para “elegir desconectarse”.


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Métodos y soluciones emergentes

  • Appstinence: método gradual propuesto para reducir uso de apps, disminuir notificaciones, usar teléfonos básicos, eliminar redes sociales, etc.

  • Ayunos digitales intermitentes, detox digitales: pausas de tiempo sin móvil o sin ciertas funciones (notificaciones, redes sociales).

  • Herramientas prácticas: desactivar notificaciones, colocar el móvil en modo “no molestar”, dejar el teléfono fuera del dormitorio, usar relojes despertadores tradicionales.


Reflexión final

Desconectarse no parece ser solo cuestión de voluntad individual, sino también de condiciones sociales, culturales, económicas. La “libertad” de no mirar el móvil puede convertirse en una medida de privilegio. Además, los efectos positivos que se han observado muestran que es posible recuperar una relación más saludable con lo digital, si se construyen alternativas reales y sostenibles.

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