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Inundaciones, humedad y calor: insalubridad, enfermedad y muerte

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Santo Domingo — Las lluvias e inundaciones asociadas a la tormenta tropical Melissa han vuelto a exponer una cadena de riesgos para la salud pública en la República Dominicana: acumulación de aguas contaminadas, aumento de humedad en viviendas, proliferación de vectores (mosquitos) y condiciones propicias para brotes de enfermedades —desde diarreas y leptospirosis hasta dengue y afecciones respiratorias— que, en situación extrema, pueden conducir a muertes evitables.


Un fenómeno meteorológico que desata múltiples amenazas sanitarias

Los eventos recientes muestran cómo lluvias intensas y acumulación prolongada de agua mezclada con desechos urbanos crean focos de infección. Las autoridades advirtieron desde el inicio del episodio meteorológico que el contacto con aguas sucias y la proliferación de criaderos de mosquitos aumentan el riesgo de enfermedades como diarreas agudas, hepatitis A, cólera, leptospirosis y dengue. Estas advertencias periodísticas y oficiales se han repetido mientras persisten las alertas meteorológicas y evacuaciones.


Leptospirosis, dengue y enfermedades relacionadas con la humedad

La bibliografía y experiencias recientes post-inundación muestran que las semanas posteriores a un evento de inundación son críticas: la leptospirosis, una enfermedad bacteriana transmitida por orina de roedores presente en aguas estancadas, suele aumentar tras inundaciones y puede ser mortal si no se trata a tiempo. De igual forma, las aguas estancadas multiplican criaderos de Aedes aegypti, elevando el riesgo de brotes de dengue —un problema regional que ha tenido repuntes recientes—. Los expertos recomiendan vigilancia epidemiológica activa y campañas de prevención para evitar que brotes locales escalen.

Humedad, moho y enfermedades respiratorias; salud mental en la emergencia

La humedad persistente en viviendas favorece la aparición de mohos y hongos que agravan asma, rinitis y otras afecciones respiratorias, sobre todo en niños y ancianos. Además, estudios y reportes locales advierten sobre el impacto en la salud mental: incertidumbre, ansiedad, insomnio y estrés postraumático han crecido entre comunidades afectadas por inundaciones recurrentes. La pérdida de bienes y desplazamientos también elevan la vulnerabilidad social y sanitaria.


Falta de infraestructura y gestión: causas detrás del desastre sanitario

Periodistas y analistas subrayan que las inundaciones urbanas no son sólo un efecto del clima extremo, sino también de deficiencias estructurales: sistemas de drenaje insuficientes, alcantarillas obstruidas, asentamientos en zonas vulnerables y gestión urbana limitada. Sin medidas de infraestructura y gestión del riesgo, la exposición a insalubridad y enfermedades se vuelve crónica.


Qué están haciendo (y qué falta)

El Ministerio de Salud y organismos de emergencia han emitido alertas y recomendaciones (evitar contacto con aguas estancadas, hervir agua, vacunar donde proceda, eliminar criaderos), y en algunos casos se activó la vigilancia epidemiológica. Aun así, especialistas y ONG piden acciones más estructurales: limpieza y mantenimiento de drenajes, campañas educativas sostenidas, acceso a agua potable y saneamiento, suministro de insumos médicos y un plan de vigilancia vectorial fortalecido. La respuesta temprana puede reducir hospitalizaciones y muertes.


Conclusión

La combinación de inundaciones, calor y humedad forma un triángulo peligroso: genera insalubridad, facilita vectores y patógenos, agrava enfermedades crónicas y provoca una carga emocional y social sobre comunidades vulnerables. Más allá de la respuesta inmediata, expertos insisten en inversión sostenida en infraestructura, saneamiento, salud pública y adaptación climática para evitar que episodios meteorológicos recurrentes se sigan traduciendo en enfermedad y muerte.

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