top of page

El Hoyo de Friusa y la Crisis Migratoria: Entre la Realidad y la Complicidad Silenciosa


El Hoyo de Friusa, en Bávaro, República Dominicana, se ha convertido en un microcosmos de una crisis más grande que atraviesa nuestro país: la migración haitiana. A simple vista, parece solo otro caso de una comunidad desbordada por la llegada masiva de inmigrantes, pero en realidad, es mucho más complejo. Las tensiones raciales, la precariedad laboral y la negligencia estatal se entrelazan en este polvorín que hoy tiene a dominicanos y haitianos en el centro de una disputa por espacio y sobrevivencia. Sin embargo, la responsabilidad no recae solo en los migrantes. Hay actores ocultos que, en silencio, han fomentado la situación y ahora buscan desentenderse del problema.


¿Quién está detrás de esta crisis?


El relato común apunta a los migrantes haitianos como los principales responsables del desorden en zonas como Friusa. Pero debemos detenernos a analizar con mayor profundidad: ¿cómo es posible que cientos de haitianos logren asentarse en el país sin control alguno? La respuesta nos lleva a las autoridades migratorias y a sectores empresariales que, con sus decisiones y omisiones, han permitido esta realidad.


Por un lado, el Estado ha fallado de manera rotunda en gestionar los flujos migratorios. Los controles fronterizos, si bien existen en el papel, parecen ser solo una fachada. El tráfico de migrantes sigue siendo una constante, con denuncias de corrupción en puestos fronterizos y una falta de voluntad política para abordar la crisis de forma integral. La respuesta más común ha sido la deportación masiva, una solución a corto plazo que no ataca las raíces del problema.


Por otro lado, la mano de obra barata que ofrece la inmigración haitiana ha sido aprovechada por sectores empresariales sin escrúpulos. En la construcción, en los trabajos informales, e incluso en la industria turística, miles de haitianos han sido empleados bajo condiciones indignas, muchas veces sin ningún tipo de contrato ni garantía de derechos. Para muchos empresarios, el beneficio económico está por encima de cualquier consideración social o ética. Mientras tanto, estos trabajadores se asientan en zonas como El Hoyo de Friusa, donde la falta de regulación y control los convierte en presas fáciles de la explotación.


Un conflicto de todos


Es fácil culpar a los migrantes, es un recurso casi automático cuando una sociedad se siente amenazada. El relato de “nos invaden” resuena con fuerza, pero en realidad, estamos ante una situación que nos interpela a todos. La presencia masiva de haitianos en zonas como Bávaro no es un accidente; es el resultado de años de abandono por parte de quienes debían velar por un control adecuado de la migración y de una sociedad que ha permitido que se normalice la precarización de miles de vidas.


El Hoyo de Friusa no es un caso aislado. Este tipo de comunidades, donde la ley parece tener límites invisibles, proliferan en todo el país. ¿Cómo es posible que una zona tan importante desde el punto de vista turístico y económico esté tan desprovista de control estatal? La respuesta es inquietante: el caos también beneficia a algunos.


La complicidad de los empresarios


En el centro de este problema está el sector privado. Los empresarios, sobre todo aquellos ligados a la construcción y el turismo, han encontrado en la migración haitiana una mina de oro. Al contratar trabajadores sin papeles, pueden pagarles menos, exigirles más y despedirlos sin consecuencias. Esta realidad, por supuesto, no es exclusiva de Bávaro, pero es aquí donde la situación ha alcanzado niveles alarmantes.


Es paradójico que, mientras en zonas como Punta Cana se levantan lujosos resorts y se invierte en infraestructura para el turismo internacional, comunidades cercanas como El Hoyo de Friusa estén en total abandono, sin acceso a servicios básicos y convertidas en refugio para la mano de obra barata que sostiene esa industria. Lo que los turistas ven al llegar a esta zona paradisíaca es solo una cara de la moneda. La otra, más oscura y menos visible, se encuentra detrás de esos grandes hoteles, en barrios informales como Friusa.


¿Qué debe cambiar?


La marcha convocada por la Antigua Orden Dominicana en Friusa es un reflejo de la frustración que sienten muchos dominicanos, pero también puede ser una distracción que evite discutir las verdaderas soluciones. La migración haitiana no se resolverá con deportaciones masivas ni con manifestaciones que solo generan más tensiones. Lo que se necesita es una política migratoria clara y, sobre todo, una revisión profunda de las condiciones laborales en sectores clave de nuestra economía.


Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad en regular la migración de manera efectiva y de que los empresarios dejen de explotar a los más vulnerables. Si no abordamos estos problemas de raíz, continuaremos creando más comunidades como El Hoyo de Friusa, y la crisis seguirá profundizándose.


La clave está en reconocer que este es un problema de todos, no solo de los haitianos que cruzan la frontera. Como sociedad, debemos exigir que se respeten las leyes laborales y que el Estado cumpla con su deber de controlar quién entra y bajo qué condiciones. Solo así podremos comenzar a encontrar una solución justa y duradera a esta crisis migratoria.



En resumen: La situación en El Hoyo de Friusa es un reflejo de una crisis mucho mayor, donde la falta de control migratorio y la explotación laboral se entrelazan para crear tensiones sociales profundas. Si queremos evitar que esta realidad se repita en otras partes del país, necesitamos un cambio de enfoque que implique a todos los actores involucrados.

Comentarios


bottom of page